Que no abrirás qué?

Comprendí que probablemente no entendería cuando dijese lo poco que leo sus libros. Tampoco me dan ganas de contarle sobre las verrugas que de madrugada me quito para ver reaparecer a la mañana siguiente. O el miedo que me causa la letra eme, porque es un hombre que no se asombra, que nada le es lo suficientemente gris o amarillo como para arrancarse cabellos de desesperación.Cómo quisiera verlo abriendo los ojos de más, o haciendo la boca en muecas de disgusto, pero no. Lamento el hecho de verle inmutable mientras cocino el almuerzo, mientras me deshago de botones, blusas o prendedores del cabello para satisfacer mis desesperadas ancias de verle abrir los ojos de más.

Gentil.